Opinión: Rock ex Machina
- David Reigns
- 11 may
- 5 Min. de lectura
Actualizado: hace 3 días
Muchos lo damos por sentado, pero se ha de recordar que la mayoría de disciplinas científicas y artísticas tienen como base lo desarrollado y practicado en la Grecia y Roma antiguas. Muy probablemente el wrestling se halle en este grupo. No obstante, no es el wrestling en sí el objetivo de esta mirada al pasado, sino el teatro. El teatro y sus figuras, sus manejes, sus dichos, hábitos, estrategias. Deus Ex Machina. Su traducción aproximada es “el Dios que baja de la máquina”, y hace referencia a la forma que se tenía argumentalmente de acabar tramas e historias en los teatros griegos y romanos: la bajada desde los cielos de una deidad que cerraba las tramas y deshacía enredos. Una gigantesca conveniencia desde luego.
Conforme la historia de la humanidad prosiguió, el deus ex machina perdió su matiz divino y, en la actualidad, refiere a un elemento fuera de la narración que aparece para resolver conflictos. Claro, en este punto donde nos hallamos un deus ex machina está terriblemente mal visto: es un recurso barato, simplón y poco rebuscado, un matiz conveniente de baja calidad en cualquier narración o argumento que se quiera considerar de cierto postín. Lo que la humanidad no sabe es que dos hombres, dos individuos cuya brillantez es aclamada por unos y cuestionada por muchos, han creado un derivado del deus ex machina, un rocoso derivado: Rock Ex Machina, la Roca que baja de la máquina.
Evidentemente los autores de esta nueva figura ya los sospecháis: Dwayne Johnson y Paul Levesque. El Rock Ex Machina lleva en vigor desde inicios de 2024, con muy buenos resultados al principio, pero la última iteración de este estilo ha resultado menos convincente. Saliendo del lenguaje técnico, un rock ex machina sucede cuando The Rock aparece a salvar a Triple H de un callejón narrativo. O, a veces, simplemente como elemento disruptor aunque esta disrupción sea innecesaria.

El primer Rock Ex Machina se empleó en el Raw Day 1 de 2024, cuando de la nada apareció The Rock y sugirió, de forma bastante clara, que su objetivo era Roman Reigns y el liderazgo de la tribu samoana (la cabeza de la mesa). Bueno, eso no está mal, es decir, en el wrestling los regresos inesperados son tan normales como el comer. Pero llegó Royal Rumble y Triple H decidió autoaplicarse un Pedigree haciendo que Cody Rhodes ganara la batalla real para, unos días más tarde, renunciar a su venganza contra Roman Reigns para dar paso a The Rock. Un combate que sin duda nos merecíamos, pero que no era el que necesitábamos. Levesque consiguió enderezar la nave haciendo rollback (disculpen el término informático) sobre su propia decisión, pretendiendo que la marcha atrás de Cody fuera parte de la propia historia y no una decisión forzada y terrible para permitir el show de la Roca. El fan promedio puede que tragara con ello, pero yo no me olvidé de tus verdaderas intenciones, Levesque. Este enderezamiento resultó en un par de meses con una historia magnífica que culminó en un main event para la historia del wrestling moderno, por lo que la cosa acabó de lujo para nuestro booker favorito: pudo ocultar su error y brindarnos un espectáculo increíble. Pero cuando basas tu fortuna en la voluntad de otro hombre, las cosas no tienen por qué salir siempre bien.
La sangre no llegó al río en Wrestlemania 40, pero sí en Bad Blood, donde se repitió el empleo del Rock Ex Machina. Se desplazó a Drew y a CM Punk de su merecido main event para otorgárselo a un combate tag finalizado con el regreso de The Rock. Miró a Roman y a Cody, contó hasta tres, usó el dedo para simular un corte de cuello y se fue. Bastante insulso, pero qué le vamos a hacer, es The Rock y le permitimos estas cosas, ¿no? Y además con esto hacemos muchos números en redes sociales, nos ve mucha gente, eso siempre es bueno.
Año nuevo, mismos trucos, pero en Netflix. Tercer Rock Ex Machina, aunque en este caso, Maui Ex Machina. Llegó Dwayne pero se trajo más a su variante Disney que al personaje que todos queremos ver. Gritó Chee-Hoo un par de veces, saludó al público y se fue. Cero sentido, completamente fuera de lugar teniendo en cuenta que su aparición anterior consistió en amenazar a su primo y a su rival. Llegó el Royal Rumble y todo el mundo lo odió. El castillo de naipes se le caía a Levesque: el Wrestlemania 41 en las Vegas se estaba transformando en una película de terror. El interés se hallaba en mínimos, necesitaba un recurso para atraer la atención. Por consiguiente, a por el cuarto Rock Ex Machina, esta vez The Rock volvía a su ser y pedía el alma de Cody, que la cara de los niños de la WWE moderna se convirtiera en el campeón de los maletines, las corbatas y los directivos. Entre tanto, Triple H preparaba el mayor turn heel de la historia del wrestling.
Y llegó Elimination Chamber. Quien no vibrara con esa mirada de John Cena es que no tiene alma. Una alianza histórica entre dos brutales enemigos, pero lógica: The Rock necesitaba a un campeón, Cena requería ayuda para alcanzar lo que con su físico y ganas ya no podía. Perfecto, un giro brillante, el Rock Ex Machina había vuelto a funcionar después de unas últimas intentonas descafeinadas. Travis Scott no pintaba nada, pero bueno, es la WWE de TKO, hay que buscar clics y esos se logran con youtubers y cantantes, no tanto con los luchadores. Todos nos imaginábamos el guion: otro main event para la historia en Las Vegas: Rock ayudando a Cena, quizás Stone Cold… Nos frotábamos las manos y muchas billeteras decidieron apostar por ello.
Lo que tuvimos nos rompió el corazón.
A fecha de publicación de este artículo Wrestlemania fue hace casi cuatro meses, pero aún no ha vuelto The Rock. No estuvo en el camino al magnoevento, cuando esa alianza con John Cena era la base del turn heel del rapero mayor y debía explicarse. No estuvo en el evento. No hubo The Rock. No hubo Stone Cold (no donde lo queríamos). John Cena ganó por sí mismo cuando no tenía que hacerlo, exceptuando la ayuda de Travis Scott. La WWE de TKO, amigos. Stunner de Steve Austin no, porro en mano de Travis Scott sí. Lo que nos dejó el magnoevento fue una sensación de agujero argumental brutal. De que las cosas no tenían sentido. Si el plan original era el cambio a rudo de John Cena, ¿qué pintaba The Rock en toda esa historia? Muy poco, casi nada, pero es The Rock, hay que dejar que aparezca cuando le apetezca. Aunque luego haya que reconducir historias, conectar cables que cortocircuitan o recurrir a la manida frase del long-term storytelling (que es otro truco barato del que deberíamos ir hablando también). Todo sea por el reel momentáneo, por el clic desesperado, por revivir un Wrestlemania que pintaba a asientos vacíos.
Y nótese que he hablado del Rock Ex Machina solamente, no he analizado el resto de decisiones creativas. Que de ahí se podrían sacar cuatro artículos más. En fin, como conclusión corta de un artículo quizás demasiado largo: el Deus Ex Machina ya no funciona. Y parece ser que el Rock Ex Machina tampoco.
コメント