WWE siempre necesitó a Super Cena
- Luchitas
- 10 ago
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 19 ago
El tour de retiro de John Cena necesitaba algo que quedara para la posteridad. Un momento, un combate, un décimo séptimo campeonato que lo consagrara como el GOAT. Algo inolvidable, ese momento que quedase en el imaginario del fanático del wrestling como algo más que un golpe definitivo en la nostalgia.
Nunca olvidaré aquella madrugada en la que servidor yacía apurando una última copa en un garito de un pueblo de Albacete. Una despedida de soltero en la que no podía compartir con nadie lo que acababa de pasar. John Cena había hecho su cambio a heel en Elimination Chamber. El tour de retiro se había convertido en la gira del villano. El ídolo de los niños se había convertido en su peor pesadilla, una pesadilla que recorrió Europa con una premisa: “Voy a ganar el campeonato de WWE en WrestleMania 41, me voy a retirar con él y voy a arruinar el wrestling, enhorabuena porque vosotros (los fanáticos) habéis conseguido esto, tras años de vilipendiarme, insultarme y menospreciarme”.

El público europeo reaccionó acorde a la situación. Cena era un villano, debía ser abucheado e insultado allá adonde fuese. Una reacción acorde a la historia que WWE nos quería contar. Una reacción que se fue disolviendo cuando la construcción para el magnoevento volvió a suelo americano, y tal vez, entendiendo por una vez al fanático americano, con razón.
Y me explico: Quedaban apenas 30 fechas para el adiós definitivo de John Cena, una figura dedicada en cuerpo y alma al wrestling durante toda su vida, caramba, el mayor recaudador de Make a Wish de la historia, y el marine no podía ser recordado en sus últimas fechas como un villano.
Tras levantar el decimoséptimo y superar a Ric Flair, la reacción de los fanáticos tornó directamente al absoluto reconocimiento y cariño para Cena. Y repito, tal vez con razón. WWE empezó a ver cómo el cambio a rudo, con un Dwayne Johnson completamente desentendido del asunto y con un Travis Scott colocado solitariamente en la Isla de la Irrelevancia, había sido una decisión buena para el momento, pero desastrosa para el largo plazo.
Cena no puede; no, no debe ser un villano. Nunca. Jamás. Y tal vez lo hemos visto demasiado tarde. Aquél gatillo debió apretarse en 2011 cuando el propio Cena ha reconocido que la idea estaba sobre la mesa de un Vince McMahon que, en ese momento, desechó la idea automáticamente. Cuando tenía sentido que el rapero se tornara contra el público, cuando había tiempo para desarrollar una historia con sentido, más allá de un “final Boss” que no ha aparecido desde marzo de 2025 y una celebrity.
WWE necesita a Super Cena, y así ha quedado demostrado. Igual de errático que ha sido el tratamiento de Cena como rudo, ha sido su vuelta como super baby face, en un segmento acelerado previo a Summer Slam. Un segmento y un viraje que resume a la perfección la dirección creativa de Paul Levesque: Giros de guion sorpresivos, tratamiento mediocre de las historias y desenlaces confusos y, en la mayoría de los casos, esperables.
No me malinterpretéis, estoy muy a favor del “Always expect the unexpected” siempre y cuando se acompañe la viralidad de coherencia, buenas historias y desenlaces a la altura. En el caso del Heel Cena sólo estuvo a la altura el momento del cambio. Ni el camino a WrestleMania, ni la victoria del cinturón, ni siquiera la anticipada rivalidad con Orton en Backlash ni un Punk sembradísimo en Arabia han conseguido que nos creamos a esta versión ruda del héroe de todos.
Cena no fue el mejor héroe, y es verdad, muchas veces nos quejábamos de Superman Cena, con razón o no. Pero era nuestro héroe. ES nuestro héroe. A veces no hay que buscarle tres pies al gato, y el tour de retiro debe ser más un homenaje que una sorpresiva traición al nuevo baby face de la empresa. Igual pedimos demasiado y necesitamos menos.
Igual sólo necesitamos a John Cena.




Comentarios